Realmente, es en aquel momento que el pueblo ancashino determinó la creación de su Universidad. La unión hizo la fuerza y la fuerza alcanzó la victoria. Se trata de una página histórica y memorable del pueblo huaracino y ancashino, una heredad y una lección para sus hijos, sí, para los destinatarios finales de tan larga lucha, de tantos sinsabores, reveces, de pérdidas humanas y materiales.
El pueblo originario de Áncash y de la etapa de las luchas por la universidad, soñaba ver a sus hijos bien educados, profesionales y transformando con sus entes y manos la faz de Áncash, dominada por la pobreza, miseria y desigualdad durante siglos de postración; desde la llegada de los ambiciosos conquistadores y explotadores europeos, sus descendientes criollos que se convirtieron en señores de estas tierras y sobre los hijos ancestrales y originarios de las culturas Chavín, Recuay y Huaylas, a quienes los sometieron y avasallaron sin piedad, a favor de la corona española, mediante el trabajo servil en las mitas, los obrajes, las haciendas y tantas formas de explotación feudal y mercantil traídos desde el viejo continente y otras ideadas aquí.
El estancamiento económico, atraso social, la exclusión social y humillante marginación por parte de los latifundistas y oligarcas con ayuda del Estado, fue la característica predominante de los pueblos de Áncash en eso largos y oscuros años, situación que pretendían perpetuar, sin importarles el sufrimiento de los desposeídos, humildes y afligidos campesinos ancashinos.
En ese obscuro contexto germinaron en la mente de ese pueblo las primeras ideas de justicia, libertad y prosperidad, y no tanto para ellos mismos, sino para sus hijos y los hijos de sus hijos.
Es así que el pueblo empezó a luchar arduamente para poner un límite a la opresión e ignominioso dominio. La historia menciona, por ejemplo, que "los Huaras fueron amantes de la libertad, confirmado por el hecho de que al haber sido encomendado por el conquistador Francisco Pizarro, al Capitán Sebastián de Torres en julio de 1538, fue muerto por sus vasallos". Otro caso análogo y superior es la Revolución Campesina liderada políticamente por Pedro Pablo Atusparia Ángeles, Alcalde Pedáneo de los caseríos del Distrito de Independencia de la Provincia de Huaraz y secundado militarmente por Pedro Cochachin, “Uchcu Pedro”, movimiento nativo que conmocionó todo Áncash y más allá, y los estudios sociales e históricos reconocen importantes aportes a las luchas sociales en el Perú y el mundo, por cuanto fue una revolución que se adelantó por veinticinco años a Revolución Campesina de México, encabezada por Emiliano Zapata y Pancho Villa, y treinta y dos años a la revolución bolchevique que llevó al proletariado al poder, tras derrumbar a la Rusia zarista.
La idea tomo mayor fuerza más adelante, allende los años cincuenta del siglo XX, y lo supieron encarnar distintos líderes sociales, entre los que descollaron Víctor Valenzuela Guardia, Fabio Solís Soria, Enrique Robles Robles, el Padre Washington y otros que supieron organizar y dirigir las reclamaciones del pueblo, sin claudicar ni desmayar, pese a los peligros de encarcelamiento y desaparición que acostumbraban los gobiernos de turno.
Pese al logro alcanzado de tener una universidad y verla puesta en funcionamiento, el sueño del pueblo ancashino aún permanece casi intacto hasta hoy: continúa el atraso y la economía primarizada, destaca la mediocridad, prevalece la informalidad, cunden el desempleo y subempleo y sobre todo, la corrupción domina todos o casi todos los aspectos de la sociedad, casi abiertamente.
Objetivamente hablando, se puede afirmar que la realidad económica departamental está dominada por los capitales extranjeros que se han afincado en las explotaciones mineras de cobre, zinc, oro y otros metales, una actividad dominante con fuertes rasgos de economía de enclave y dependiente del exterior, pues la suerte de la actividad minera depende de los precios internacionales de los minerales
Esa estructura productiva preponderante explica mucho del abandono de la agricultura, el retroceso de la industria manufacturera, el opacamiento del turismo y de los demás servicios; también explica los elevadas tasas de desempleo, subempleo tanto urbanos como rurales, principalmente de los jóvenes ancashinos y, asimismo, el aumento incesante de las protestas sociales por la contaminación ambiental y de los recursos naturales, entre ello el agua, la tierra y los pastos naturales. .
Lo anterior también está relacionado con los altos niveles de pobreza, sobre todo rural, la desigualdad económica y social, la proliferación y casi generalización de la mega corrupción no sólo en el aparato estatal, sino también en la sociedad civil; ligado con ésta, la injusticia es un clamor popular y una inconformidad permanente. Estos y otros males campean desde mucho antes en Áncash y en la sociedad peruana, y algunas de ellas viene cobrando mayor gravedad, como es el caso de la corrupción, la desigualdad e injusticia, males que amenazan con perpetuarse.
Son más de 43 años que la UNASAM viene operando, cerca de medio siglo; tiempo en el que no solo quedó mutilado su nombre original, pues increíblemente perdió la denominación "de Áncash", y quedó solamente Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo. Más que una parte de su nombre, creo que perdió parte de su esencia, de su naturaleza e identidad, y no sólo por el mandato centralista y caprichoso de los gobiernos nacionales, a través de las cercenadoras Leyes N° 23733 y N° 32220, sino también por la inacción de la comunidad santiaguina -de la que también soy parte integrante-. Creo que, extraviamos o nos dejamos arrebatar la brújula que nos debía indicar el norte y la capacidad de unir esfuerzos para alcanzar aquel preciado sueño ancashino que, reitero, atribuía poder especial a la educación de sus hijos para la gran transformación de Áncash.
Se trata de una gran tarea que cumplir, un imperativo social que deben, en primera línea, encarnar los primeros y experimentados santiaguinos que egresaron en el siglo XX, como para los jóvenes egresados en este siglo XXI; a los que se deben sumar los estudiantes santiaguinos del pre y post grado que sobrepasan los siete mil. A ese enorme contingente de jóvenes debemos añadir el aporte del profesorado y de los trabajadores administrativos que constituyen un valioso capital humano para el cambio. Jamás olvidar el necesario concurso del propio pueblo ancashino que, a pesar de ser el verdadero creador de la UNASAM, relajó su mirada vigilante y el control sobre las gestiones de muchos de los gobernantes de la institución que, algunas veces, lidiaban con la rectitud. Ese pueblo omitió participar en la vida universitaria, de juzgar y exigir la superación de los reiterados desaciertos e incluso delitos. De veras, ni los padres ni los hijos de la UNASAM aseguramos oportunamente el debido desenvolvimiento institucional, al punto que la institución se está convirtiendo en estos últimos tiempos en un campo de nadie, un espacio donde se tejen las más impensadas e intrincadas telarañas. Así estamos y así vamos; pero nunca es tarde.
Santiaguinos, sino, ¿qué herencia dejaremos a la generación que viene después de nosotros? La historia no juzgará.
¡VIVA LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE ÁNCASH SANTIAGO ANTÚNEZ DE MAYOLO!