El nuevo virus SARS CoV-2
o popularmente llamado COVID-19, descubierto en Wuhan, China, a fines del año
pasado, y cuyo origen sigue siendo polémico, si natural o si artificial, según las cifras confirmadas y difundidas por la Universidad Johns
Hopkins de los Estados Unidos, hasta la fecha (23 de Junio de 2020) ya contagió
a 9,26 millones de personas y ocasionó
la muerte de 477,6 mil personas en todo el mundo. Desde fines de marzo
cobró una notable velocidad y en estas últimas semanas parece haberse
incrementado aún más.
La “Primera Ola”
de la pandemia SARS CoV-2 no terminó de desarrollarse por completo, pues desde inicios de mayo se hizo presente un rebrote que hizo cambiar la tendencia decreciente de los contagios y desde entonces hasta hoy se está moviendo cuesta arriba, describiendo lo que parece ser una “segunda ola” de contagios confirmados por día, tal como se puede observar en la figura precedente elaborada en base a los datos de la Universidad Johns Hopkins.
Mi percepción de la probable "segunda ola" se refuerza
con el reciente reconocimiento público de las autoridades de Corea del Sur, quienes han
admitido que su país está atravesando una segunda ola de contagios de COVID-19,
tras registrar un aumento de los casos tanto llegados desde el exterior como en
el interior del país. Se trata de la primera vez que el Gobierno surcoreano se
refiere a la situación de estos momentos como "segunda ola" de
contagios.
A medida que más y más
países del mundo y también más estados de los Estados Unidos reabren sus economías por temor al agravamiento de la recesión y del desempleo en curso, a pesar de que sus tasas de
infección y mortalidad por la COVID-19 están en etapas distintas, administrar
esos futuros contagios y muertes se torna tan importante como el modo de
prevenirlos eficazmente.
De manera que, en adelante,
cuando la atención de los gobiernos se centre en detener la recesión y
revertirla, es también prioritario, a la par, tener cuidado en el diseño y aplicación de mejores políticas médicas y
sociales que aminoren el crecimiento de la “segunda ola” y disminuyan
significativamente sus estragos en términos de número de infecciones y muertes
por causa del SARS CoV-2.
Evidentemente, los casos diarios de
personas contagiadas y confirmadas con la COVID-19 van en aumento. En la primera ola el punto
máximo de la curva no sobrepasó de los 100 mil contagiados por día; sin embargo, en lo que
va de la "segunda ola", el punto más alto alcanzado hasta hoy ya llegó a 182 mil
personas por día y, al parecer, no se trata del punto máximo de la curva. el punto máximo de la nueva curva es aún incierto.
Por eso, en tanto el
grueso de los países en todo el mundo decidan levantar total o parcialmente las
medidas de seguridad sanitaria imperantes hasta hoy y controlar la pandemia, esa “segunda ola” de
contagios con la COVID-19 podría acelerarse y acrecentarse mucho más, por cuanto una
revisión histórica de las pandemias precedentes muestra que las segundas olas y las subsiguientes de las pandemias fueron aún más fuertes y devastadoras que las primeras.
Por ahora, las
estadísticas nos indican que los países más afectados por los contagios del coronavirus COVID-19 son los Estados Unidos con 2.35 millones de personas; seguido por Brasil, con 1
millón 146 mil; y Rusia, con 598.9 mil casos.
Perú, por su parte, suma
ya 261 mil contagiados, con lo cual ahora ocupa el 6° lugar en la escala
mundial, inmediatamente después del Reino Unido y antes de Chile. Los
fallecidos suman a 8 mil 404 personas, cifra con la que se posiciona en el 13° puesto en la escala mundial de fallecidos. Se trata de una fase difícil en la que, al parecer, la sociedad peruana por decisión de sus autoridades levantará la cuarentena ante la suicida reclamación popular. La pobreza y la miseria han salido masivamente a las calles y mercados en busca del trabajo y el sustento familiar. Sin embargo, esto podría resultar
contraproducente y hasta lamentable para ellos y los demás ciudadanos.
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